Uganda



La revolución de las lámparas solares



Población

17.589.000

PIB por habitante

713 $

Acceso a la electricidad

16%




Para llegar a Nakaseke, se deja muy temprano la carretera asfaltada para coger caminos de tierra roja que atraviesan los campos de patata, plátano y yuca. En esta pequeña aldea del centro de Uganda, donde la gente vive casi exclusivamente de la agricultura, la electricidad aún no ha llegado. Por la noche, las casas se iluminan gracias a la “tadoba”, lámpara de aceite en luganda, el idioma más hablado en este país situado al sur de Kenia. Para el más de 80% de la población que todavía no tiene acceso a la red eléctrica, la tadoba es uno de los objetos más comunes de la vida cotidiana. Sus inconvenientes son sin embargo numerosos: el humo es especialmente perjudicial para la salud y los incendios domésticos ocurren con frecuencia.

Las lámparas solares no sólo aportan luz
sino que permiten cargar los teléfonos móviles.


Pero desde hace algún tiempo, las cosas están cambiando en Nakaseke. Las lámparas solares - que tienen un mini-panel fotovoltaico - han aparecido en algunos hogares, gracias al trabajo de de Solar Sister, una de las organizaciones que se han puesto como objetivo erradicar las lámparas de queroseno en África y reemplazarlas por lámparas solares. "Mira, sólo hay que dejar las lámparas fuera durante el día y puedes tener la luz toda la noche", dice Beatrice Nsubuga, una mujer formada en la venta de lámparas solares por Solar Sister y que ofrece sus productos en Nakaseke y en los pueblos de los alrededores. Es de hecho el aspecto innovador de estas organizaciones que no quieren ser ONGs en el sentido tradicional, sino más bien empresas sociales.


Solar Sister ha adoptado un modelo mixto. Con base en los EE.UU., recauda fondos que se utilizan para la formación y el apoyo a los microempresarios, más del 90% de los cuales son mujeres. Para garantizar la viabilidad del modelo, la ONG recupera un margen al vender los productos a los distribuidores, quienes a su vez establecen el precio final para los clientes. "Con este trabajo, puedo pagar por la educación de los niños e incluso ahorrar dinero para el futuro", recalca Beatrice Nsubuga, una madre soltera de siete hijos.

"El emprendimiento social es a la vez negocio y búsqueda de impacto", explica Rachel Nampinga, directora de la filial ugandesa de Solar Sister. "En nuestro caso, el objetivo es erradicar la pobreza energética mediante el uso de fuentes de energía limpia, y confiamos en el mercado para lograrlo", continúa. Por su parte, Sunny Money, una subsidiaria de la ONG Solar Aid, con sede en Londres, se apoya en los profesores de las diferentes regiones a las que viaja para promover las lámparas solares entre los aldeanos. Esta estrategia le ha permitido vender cerca de 40.000 artículos en menos de un año en Uganda.


Beatrice Nsubuga, micro-empresaria colaboradora de Solar Sister

Rebecca Asilo, de Solar Sister, presenta los diferentes modelos de lámparas solares


Para vender sus productos, Beatrice Nsubuga tiene más de un argumento para sus clientes potenciales. Además de los beneficios en materia de seguridad, las lámparas solares también tienen ventajas financieras. No sólo aportan luz y evitan así los gastos de queroseno, sino que también sirven para cargar el móvil. Sin ellas, hay que ir al pueblo vecino en “boda boda”, el mototaxi local, y pagar a un comerciante para que cargue la batería. En total, las familias pueden ahorrar entre 12.000 y 15.000 chelines al mes (unos 3-5 euros). Sabiendo que hay modelos de lámparas de 40 000 chelines (10 euros), la amortización es relativamente rápida. “Estas mujeres viven junto a sus clientes, conocen sus dificultades y pueden ofrecer facilidades de pago, si es necesario", dice Rebecca Asilo, responsable del desarrollo de negocio en la Región Centro en Solar Sister.

En el pueblo de Kabaanga, a unos 100 kilómetros al este de la capital Kampala, los residentes han optado por un sistema diferente. Agrupados en una cooperativa de compras, cotizan cada mes para equipar poco a poco a los once miembros. Una vez alcanzado su objetivo, se pondrán a su vez a comercializar lámparas solares. La tesorera, Nabagala Damallie, optó por un modelo más sofisticado que cuesta unos 40 euros, pero que dispone de tres lámparas. Bien puede hacerse cargo de las cuentas de la cooperativa, mientras que sus cuatro hijos hagan sus tareas.

A la espera del avance de la electrificación del país, el mercado de las lámparas solares en Uganda, cuya población es de 38 millones, es enorme. En las zonas rurales, el acceso a la electricidad apenas supera el 5%. Pero las lámparas solares también seducen a los consumidores en Kampala y sus suburbios, donde los cortes de energía son casi cotidianos y, a veces puede durar varias horas.

El mercado de las lámparas solares
es enorme en Uganda: en las zonas rurales,
el acceso a la electricidad no supera el 5%.


Más allá de Uganda, la tarea es colosal en el África subsahariana. El programa “Lighting Africa” del Banco Mundial, al cual Solar Sister y Sunny Money están asociados, tiene como objetivo llevar la luz a 250 millones de personas en esta región para el año 2030. Promueve los productos de calidad gracias a una certificación atribuida a las empresas que cumplen ciertos requisitos

Ya presentes en varios países de África del Este, Solar Sister y Sunny Money planean ampliar gradualmente sus actividades en la región. "Somos una empresa social, lo que significa que reinvertimos todas las ganancias para llegar a nuestro objetivo de eliminar las lámparas de queroseno", dice Ronald Isabirye, director del Sunny Money en Uganda. “Vamos a seguir hasta que lo logremos”, concluye.





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